Ver a New Order en Chile era tan lejano como improbable: no sólo más de 30 años de historia nos separaban de una de las bandas más influyentes de las últimas décadas, además el grupo estaba inactivo desde 2006, tras una polémica separación.
Pero un inesperado regreso anunciado en septiembre pasado, para dos shows benéficos en Bélgica y Francia, tuvo un aún más inesperado giro hacia Sudamérica, convirtiendo a Chile en su quinta y hasta ahora última parada, tras Argentina y Brasil.
Un retorno en todo caso no exento de controversia: a los históricos Bernard Sumner (guitarra y voz) y Stephen Morris (bateria) se sumaba tras una década fuera, la también fundadora tecladista Gillian Gilbert (esposa de Morris), pero quedaba fuera el bajista Peter Hook, quien tuvo duras palabras para la reunión de sus ex colegas.
Con el guitarrista Phil Cunningham y el nuevo bajista Tom Chapman, completaron esta formación de quinteto que se presentó anoche ante un Movistar Arena con cerca de 10 mil personas, que poco repararon en alineaciones o disputas internas: iban a disfrutar una aplazada fiesta, y los de Manchester respondieron con una impecable batería de hits, que por momentos convirtió la cancha y la tribuna en una sudorosa pista de baile.
Tras una breve introducción con parte del dramático instrumental “Elegia”, el show arrancó con la seguidilla imparable de las guitarras de “Crystal”, el elegante pop de “Regret” y la post-punk “Ceremony” (el vínculo mas directo de su catálogo con su banda madre, Joy Division), mostrando en pocos minutos las distintas caras que conviven en un grupo que fue pionero en fusionar la actitud rock con la música dance.
Formados en 1980 tras el trágico suicidio de su vocalista, Ian Curtis, Sumner, Morris y el hoy ausente Hook resurgieron de las cenizas de los oscuros Joy Division para llevar su música a un nivel totalmente distinto, mezclando new wave, electrónica y pop en una de las reconversiones más espectaculares y exitosas que recuerde la música popular.
Aunque la ausencia de Hook es difícil de disimular (el característico sonido de sus líneas de bajo es la columna vertebral de la música de New Order), la banda actual gana en potencia rockera, aunque sin ceder el espíritu y los beats fiesteros de himnos como “Bizarre Love Triangle” y “True Faith”, que pusieron a bailar a los miles de asistentes.
Cerca del cierre, la oportuna imagen de una bola de espejos en la pantalla gigante del escenario dio la partida a “Temptation”, y el clímax bailable y caluroso de la noche.
Pero el grupo aún tenía una última sorpresa guardada para el bis, con su famoso primer hit “Blue Monday”, que tocaron pese a que ellos mismos han afirmado que los tiene “hasta la coronilla”, y un vitoreado cover de la no menos famosa “Love Will Tear Us Apart”, original de Joy Division. Delirio de los a esas alturas, incondicionales del público, de quienes se despedían tras 90 minutos y 15 canciones, coronando una fiesta a la que no llegaron todos los que debían, pero que bastó para dejar contenta a la mayoría.
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