Aunque alguna vez pareció que no tenía para cuándo terminar, la era del reggaetón en el Festival de Viña del Mar cerró en cinco ediciones, desde el primer paso de Daddy Yankee en 2006 hasta el último de Don Omar en 2010.
Pero como acá las edades parecen sucederse —alguna vez también se repitieron el merengue hip hop y el axé—, la visita de Prince Royce terminó de ratificar que el período que hoy se vive lleva los escudos de la bachata.
Con apenas un disco editado, aunque con otros dos en camino, el norteamericano de 22 años construyó esta noche una escenografía similar a la que antes han levantado otros "fenómenos", como el ya añejo Big Boss, o el cuarteto Aventura en 2011.
Eso no significa otra cosa que una presentación que oscila en el limitado rango de un género particular, y en la que se despliegan singles de alta difusión en radios con el obligado relleno, que de todos modos debe poblar los mp3 de quienes hoy llegaron a la galería de la Quinta Vergara.
Así, el coro popular no falló, ni en las reconocibles "Corazón sin cara" y "Stand by me" (su versión para el tema de Ben E. King), ni en piezas de la medianía de su repertorio, como "Su hombre soy yo".
En todas ellas es el género de origen dominicano el que impera, pero en su enjuagada vertiente pop, es decir, despojado del influjo arrabalero que le imprimieran sus próceres, y revestido con los guiños habituales de los fabricantes de hits que abundan en la industria latina de Norteamérica.
Ese traje viste incluso a su adelanto de inspiración mexicana, "Incondicional", que incluyó hasta a un grupo de mariachis reforzando a su aceitada banda de acompañamiento.
El resultado de la fórmula no puede remitir a referente sonoro más obvio que Aventura, aludidos incluso en el canto tenue y algo nasal que, al igual que Romeo Santos, exhibe Prince Royce.
Claro que, a diferencia del cuarteto, la apuesta del cantante está lejos de las sábanas. Al lado de Romeo, Royce es un verdadero caballerito, que descarta los toqueteos de pelvis para optar por extendidos "te quiero" y hasta sonoros "muac".
De todos modos, recursos que en la galería surten efecto, y que sumados a un repertorio en boga se tradujeron en dos antorchas y una Gaviota, que el joven del Bronx sólo pudo responder con una versión dance de "Corazón sin cara".
El cierre es reflejo de las limitaciones obvias que podían anticiparse en un cantante que recién se abre paso, pero que de todos modos deja la puerta abierta a un futuro por escribirse. Porque con pinceladas de pop y R&B, Prince Royce hoy también evidenció que se encuentra buscando su camino, y que su voz tímida podría seguir escuchándose por un buen rato más.
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